Maestría en Artes.
(Publicado en el #3 de la Revista
del Posgrado en Artes):
del Posgrado en Artes):
Partiendo
de la premisa “Percibimos igual pero no
percibimos lo mismo[i]”
lleva a consideraciones de diversos tipos, sin embargo, tomada esta premisa en
cuanto a la percepción “de los sentidos”, que de suyo remite a la definición etimológica
de la estética, esta reflexión girará en torno al modo como la técnica ha ido
cambiando en relación con el hacer humano de los artefactos (artesanales y
artísticos) a partir de la connotación griega de la téchne, que era la relacionada con las bellas artes, hasta el hacer
humano de las máquinas y el desarrollo de la ciencia en la tecnología. ¿Es
posible hablar de la téchne en
relación con la técnica moderna?
Se
toman en cuentan los estadios por los que la técnica se ha desarrollado según
la consideración de Ortega y Gasset para poner énfasis en la época técnica
griega en lo que se refiere al arte. De entrada, Ortega y Gasset hace un
estudio meditativo sobre la técnica, la cual está en orden a la elaboración de
cosas que faciliten al hombre cubrir o satisfacer una necesidad otorgada a
partir de la Naturaleza. Así, define la técnica como: “la reforma que el hombre impone a la Naturaleza en vista de la
satisfacción de sus necesidades”[ii].
Esta
imposición del hombre hacia la Naturaleza se ha realizado en tres etapas o
estadios, a saber:
1.
La
técnica del azar
2.
La
técnica del artesano
3.
La
técnica del técnico.
En la primera etapa se habla del «hombre primitivo», el cual no se da cuenta de que todo aquello que hace o fabrica, está en relación a reformar la Naturaleza. Esa capacidad de reforma es desconocida por el hombre primitivo, sabe hacer, pero no sabe que es su técnica como tal. Todos hacen y elaboran, no se destaca la técnica como elaboración. Esto será cuando dé el brinco a su evolución hacia lo artesano. El artesano dará cuenta que sólo sabe él hacer determinadas cosas. El manejo de las cosas que el hombre primitivo encuentra en la Naturaleza le hará darse cuenta que por azar ha surgido algo como útil, tal es el caso del fuego, que sin buscarlo, el sólo frotar de los utensilios que maneja le permite conocer algo nuevo[iii].
En
la segunda etapa, que es la que interesa destacar porque es en ella de donde
surge como tal el término «técnica», es la que se conoce a partir de Grecia. Es
ahí donde surge el conocimiento y la pregunta por todo aquello que rodea al
hombre, este está absorto por darse cuenta qué es todo eso que le sale al
encuentro. De manera que adquiere conciencia de su fabricación y esto es así
porque el conjunto de «actos técnicos» va creciendo y se elaboran de una manera
complicada que no todos pueden ejercitarlos, sólo el artesano que se ha
dedicado específicamente a algo concreto como el zapatero que sabe de zapatos,
el herrero, el albañil, etc., que saben cada cual lo suyo. En esta etapa,
Ortega y Gasset resalta que si bien el hombre griego no sabe que hay técnica,
sin embargo hay «hombres-técnicos» que cada cual reúne un sinnúmero de
cualidades (y por qué no, aptitudes) y actividades específicas que otros no
poseen; es la destreza que se tiene para la producción de cosas útiles y que
Sócrates se encargará de patentar que la «técnica» no es propiamente el técnico
que produce, sino la capacidad, ese saber-hacer. La téchne, como esa capacidad del «saber-hacer», hace surgir la relación
del manipular (considerado por muchos pueblos) con las artes. Aunque en esta
época, al parecer de Ortega y Gasset, aún no hay una conciencia de lo que es la
técnica, ya que los artesanos solamente se ocupan de la fabricación de
instrumentos que procuran un bienestar al hombre y no tanto de máquinas (cuyo
invento vino a dar lugar al tercer estadio); sin embargo, es la época de la
gestación originaria de lo que hoy se conoce como técnica[iv].
En
este sentido Martín Heidegger retomó este término originario para hacer su
estudio sobre la técnica. Este filósofo, que regresó al sentido y la cuestión
del ser que había sido olvidado por la Metafísica, siempre acudía a los
aspectos estudiados por la tradición filosófica desde su sentido originario;
siempre en orden al significado donde el pensar tuvo su comienzo, en los
griegos, los cuales nombraban de acuerdo a la relación que tenían con el ser de
los entes. En su estudio sobre la técnica, Heidegger pone de manifiesto que
esta palabra puede ser entendida desde su esencia en el contexto griego, esto
es, vale para el mundo griego pero no para la actualidad ya que el progreso de
la técnica hasta nuestros días ha tenido un desarrollo impresionante. Si bien
la téchne era en torno a la
fabricación de artefactos, en nuestros días este contexto ya no vale puesto que
la fabricación gira ahora en torno a las máquinas y al ahorro de tiempo y
esfuerzo.
La
téchne para los griegos era
considerada un modo de conocimiento, esto es, un saber específico que estaba
del lado del comportamiento que corresponde al hacer productivo o a la
fabricación y uso de los utensilios de la póiesis.
En cuanto modo de conocimiento se hacía patente algo, traía algo a su
estado de des-ocultamiento (alétheia).
El hombre griego mediante este saber sacaba de lo oculto algo en tanto que era
pro-ducido y lo hacía traer ahí delante (póiesis)[v].
Así:
“En el comienzo del sino de Occidente, en Grecia,
las artes ascendieron a la suprema altura del hacer salir de lo oculto a ellas
otorgada [...] Las artes no procedían de lo artístico. Las obras de arte no
eran disfrutadas estéticamente. El arte no era un sector de la creación
cultural [...] era un hacer salir lo oculto que trae de y que trae ahí delante
y por ello pertenecía a la poijhsi". Este nombre lo recibió al fin como nombre propio
aquel salir lo oculto que prevalece en todo arte de lo bello, la poesía, lo
poético”[vi].
En
la tercera etapa, aquella que se refiere a la técnica del técnico, la máquina
viene a cambiar el estadio. La máquina es el instrumento que actúa por sí
mismo, este instrumento pasa a primer plano pero ahora ya no ayudando al hombre
sino a la inversa. Es éste quien suplementa a la máquina, la programa y deja
que actúe por ella misma. El artesano que tenía la capacidad para ejecutar
algo, ahora pasa a ser simplemente operario de la máquina, ya no es artesano,
es obrero, ya no es artista, ahora es técnico. El hombre adquiere conciencia de
que ya no es el primitivo, ni el artesano de las primeras épocas sino que ahora
es el técnico que se da cuenta y está azorado por su ilimitación al considerar
que todo aquello que se le ocurre es imposible de realizar. Es lo que Ortega y
Gasset llama lo «tragicómico». Esto da lugar a que el hombre no sepa ya quién
«es», lo imaginable que puede ser y hacer le hace olvidarse, perderse en la
técnica y vaciar de este modo su vida[vii].
Heidegger
considera este peligro desde la perspectiva que el hombre se equivoque y
malinterprete lo no oculto. La esencia de la técnica (entendida como
«estructura de emplazamiento» o «composición»), lleva por un camino al hombre a
hacer salir lo oculto a partir del solicitar de las máquinas y a tomar medidas
a partir de ahí. Esto trae como consecuencia que él mismo se cierre a la
posibilidad de experimentar como su esencia la pertenencia al desocultamiento (alétheia), esto es, la aperturidad,
estar al claro del ser[viii].
Sin
embargo Heidegger ve necesario demostrar bajo las palabras del poeta Hölderlin
que no todo está perdido sino que donde domina la técnica como «estructura de
emplazamiento», está ahí el peligro: “pero
donde está el peligro, crece también lo que salva”[ix].
¿Cómo puede surgir el sentido salvífico donde se encuentra el peligro? El
hombre al estar destinado a hacer salir de lo oculto el ser del ente, lo está
como propio al «acaecimiento propio» de la verdad. Este acaecimiento o
apropiación (Ereignis) es lo que
salva y lo hace en tanto que permite que el hombre llame con la mirada la
dignidad de su esencia. En la cultura griega el término téchne no sólo se refería a la técnica entendida como capacidad
para hacer determinado objeto, también se refería al «hacer salir lo oculto que
trae ahí delante la verdad» llevándola a re-lucir. También se refería al «traer
ahí delante» lo bello; así como también a la póiesis (traer a la presencia, pro-ducir) de las bellas artes[x].
Esta
apropiación surge del término Ereignis,
la cual desde 1936 es la palabra conductora del pensar de Heidegger, esto es,
de su viraje. Es en este año en que desarrolla su estudio sobre El origen de la obra de arte, el
pensamiento gira, la pregunta del ser ahora se dirige a la pregunta por la verdad
del ser. Heidegger destaca que en la obra de arte es donde acontece la verdad
del ser[xi].
Ahora, ¿de qué manera la apropiación viene a darle ese sentido salvífico al
peligro en el que se encuentra el hombre ante la técnica? En otro estudio sobre
“El lenguaje como manifestación del ser”, se hizo ver que Heidegger da una
connotación muy importante al lenguaje, que de suyo en el Ereignis, viene a guardar la verdad del ser.
Heidegger
desarrolla el estudio de la Identidad a partir de la frase de Parménides: “tó
gar autó noein estín te kaí einái”«Lo mismo es en
efecto percibir (pensar) que ser. En esta sentencia pone entre paréntesis el noein como pensar. «Lo mismo» es
entendido como la pertenencia que existe entre el pensar, que es lo distintivo
del hombre y el ser, que es el lugar del hombre como ente (identidad no es A=A
sino que identidad significa «lo mismo»). Este pensar, que lo hace distinto de
los demás entes, lleva al hombre a estar abierto al ser, de ahí su
correspondencia, esto es, permite que el ser venga a la presencia y de este
modo el ser y el hombre se vuelven «propios» el uno hacia el otro. Sin embargo,
esta relación en la actualidad tiene que ser pensada a partir del «mundo
técnico» que es donde se encuentra sumergido el hombre. El mundo técnico, esa
obra del hombre, se considera a partir de ser dueño o esclavo de dicha obra, la
cual está representada en lo técnico. De manera que desde estas consideraciones
el hombre o su esencia queda reducida a algo meramente técnico. La dominación
de la maquinación lleva a que el hombre se encuentre perdido, aquella obra que
debería desocultar el ser del ente que se le presenta al hombre, deja su ser
oculto. Y esto es así por el sólo hecho de que el hombre se ha vuelto tan
mecanizado al hacer uso de las máquinas que ya no se da cuenta de su esencia
como obra pro-ducida por el mismo hombre. En este sentido la técnica se
convierte en mera cosa y el hombre ya no escucha la llamada del ser que hace en y desde
la esencia de la técnica. La llamada tendría que hacer patente que el
hombre se encuentre provocado (emplazado) a asegurar al ente que se dirige
hacia él. Esta provocación la llama Heidegger Ge-stell, es decir com-posición[xii],
y la establece como el «Colocar en Unidad», esto es, reúne y guarda. La
identidad, lo mismo, es esa provocación de tener bajo resguardo el ente en su
ser. Por eso pensar y ser, hombre y ser tienen su lugar en lo mismo en esa
provocación y quien da seguridad para ese cuidado es el Lenguaje, de aquí que
este filósofo lo exprese como «Casa del ser» ya que le da protección[xiii].
Así:
“Esta provocación a la manera de com-posición es aquello en
lo que hombre y ser se dirigen dentro del «mundo técnico», el uno hacia el
otro. Esta «pertenencia muta[xiv]»
muestra que el «ser es dado en propiedad al hombre» y el «hombre es dado en
propiedad al ser». El atribuir tal propiedad es experimentado en un juego de
«apropiación» que Heidegger denomina Ereignis”[xv].
Lo que realmente
acontece es una apropiación, ¿de qué tipo?, una apropiación en tanto que
resguardo del ente que viene a presencia en su ser. Esta experiencia se da en
el «mostrar del decir». Por eso el hombre tiene que estar a la escucha del
habla. ¿Cómo se da ese resguardo en el lenguaje? El lenguaje hace patente y
deja ver desde sí lo que se muestra a través de él, el ser del ente, y lo hace
patente porque es fenomenología. «El lenguaje es manifestación del ser»
Esto quedó asentado en el estudio ya citado en líneas de arriba, a partir de la
consideración que tiene Heidegger respecto al término fenomenología. De manera
que:
“Este
mostrar está relacionado con «el lenguaje» ya que este es «manifestación
misma», que obedece a una morada resguardada por el hombre. Es ontología,
puesto que «la ontología sólo es posible como fenomenología». El fenómeno se
muestra y en ese mostrar está «el ser del ente, su sentido, sus modificaciones
y derivados». Es por ello que se debe ver a ese lenguaje desde la fenomenología
ya que aquél se pone de «camino hacia el ser» y así puede manifestarlo ya que: “sólo allí donde él (ser) se
manifiesta, la voz se convierte en palabra”[xvi].
Concluyendo,
este desarrollo sobre la téchne, vale para el mundo del hombre griego,
sin embargo, como se ha visto, aún queda patente la esencia de este término en
la técnica moderna. “Percibimos igual, pero no percibimos lo mismo”. Lo que
desde antiguo se dilucidó como un saber-hacer lo percibimos igual en la
actualidad pero no lo percibimos de la misma manera ya que en la actualidad
tiene que ser considerado este saber-hacer teniendo en cuenta la ciencia en
relación con la técnica, los cuales dan como resultado otro aspecto aún
importante: la tecnología.
Este
acercamiento a la técnica moderna se considera para determinar, en un estudio
más amplio, la téchne y la póiesis como constitutivos ontológicos
del cine. Ya se ha dado una dilucidación sobre la téchne y la técnica
moderna. Falta dilucidar la póiesis a través de lo poético del lenguaje,
la más
alta manifestación del ser, que será desarrollado mediante un estudio sobre la
narrativa o manera de contar o relatar.
[i] Valdivia, Benjamín. Los objetos meta-artísticos y otros ensayos sobre la sensibilidad
contemporánea. Azafrán y Cinabrio ediciones. Guanajuato, México 2007. p.
11.
[ii] Cfr. Ortega y
Gasset, José. Meditación de la técnica. Espasa-Calpe.
COLECCIÓN AUSTRAL. Madrid, 1965. pp. 21-22.
[iii] Cfr. Ibíd. pp. 72 - 75.
[iv] Cfr. Ibíd. pp. 76.
[v]
Para un
estudio detallado de la relación que existe entre los modos de desvelamiento,
formas de conocimiento y formas de comportamiento, determinaciones
aristotélicas y las determinaciones heideggerianas expresadas en Ser y Tiempo. Véase el apartado: “Póiesis y téchne, póiesis y poesía” en: Corral García, Luis Alberto. El lenguaje como manifestación del ser.
Consideraciones a partir de la concepción del lenguaje como «la casa del ser» y
«morada del hombre». Tesis de licenciatura, Guanajuato, México 2011. pp.
117-128.
[vi]
Citado en ibíd. p. 122.
[vii] Cfr. Ortega y
Gasset, José. op cit. pp. 79-81.
[viii]
Cfr. “La
pregunta por la técnica” en: Heidegger, Martín. Conferencias y artículos. Ed. Serbal. Trad. Eustaquio Barjau.
Barcelona, 1994. pp. 24.
[ix] Ibíd. p. 26.
[x] Ibíd. p. 29-31.
[xi] Cfr. Corral
García, Luis Alberto. op. cit. pp.
82-87.
[xii]
En otras
traducciones esta palabra alemana puede significar «estructura de
emplazamiento», «dis-positivo», «engranaje», lo «dis-puesto», «puesta en
posición». En el sentido corriente de este término alemán Gestell significa el armazón o esqueleto de algo, sin embargo, al
poner el guion, Heidegger quiere destacar el verbo stellen que significa poner o colocar y el prefijo Ge significa conjunto o colectivo. Ver
la nota de los traductores sobre esta expresión en: Heidegger, Martín. Identidad y diferencia. Ed. Anthropos. Trad. Arturo Leyte y Helena Cortés.
Barcelona 1988. p. 83.
[xiii] Cfr. El apartado
“Lenguaje y Ereignis” en: Corral García,
Luis Alberto. op. cit. pp. 137-141.
[xiv] Debería decir:
«pertenencia mutua». Cfr. Heidegger, Martín. Identidad y diferencia… p. 71 ss.
[xv] Corral García,
Luis Alberto. op. cit. p. 141. El
término significa “Evento” sin embargo en su sentido originario es lo mismo que
«asir con los ojos”, divisar, llamar con la mirada, a-propiar. Si bien tiene
significado de acontecimiento Heidegger quiere destacar que lo que realmente
acontece es una apropiación. Ibídem.
[xvi]
Ibíd. p. 130. Para un estudio más detallado
sobre esta consideración de «el lenguaje es manifestación del ser» véase el
apartado: “El lenguaje como manifestación del ser”. Ahí se hace ver la relación
que tiene el lenguaje con la fenomenología (heideggeriana); con la epifanía y
con el Ereignis. Ibíd. pp. 129-144.
BIBLIOGRAFÍA.
ü
CORRAL
GARCÍA, LUIS ALBERTO. El lenguaje como
manifestación del ser. Consideraciones a partir de la «casa» del ser y «morada»
del hombre. Tesis de licenciatura, Guanajuato, México 2011.
ü
HEIDEGGER,
MARTÍN. Conferencias y artículos. Ed.
Serbal. Trad. Eustaquio Barjau. Barcelona, 1994.
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________________.
Identidad y diferencia. Ed. Anthropos. Trad. Arturo Leyte y Helena Cortés.
Barcelona 1988.
ü
ORTEGA
Y GASSET, JOSÉ. Meditación de la técnica.
Espasa-Calpe. Colección Austral. Madrid, 1965.
ü
VALDIVIA,
BENJAMÍN. Los objetos meta-artísticos y
otros ensayos sobre la sensibilidad contemporánea. Azafrán y Cinabrio
ediciones. Guanajuato, México 2007.
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