Ninfomaníaca, el gran largometraje de Lars Von Trier, esperado por muchos críticos, cinéfilos, ociosos y morbosos del sexo y por otros no tanto, ya que piden la censura de escenas de sexo explícito, lanza una historia cruda que se inicia como una competencia, se continúa como una adicción y se termina con una liberación. Y digo cruda porque en esta historia, Joe, el personaje principal, encuentra sentimientos que no halla como canalizarlos.
Es impresionante la manera de von Trier de llevar, como otras tantas de sus películas, al espectador a calibrar sus propios sentimientos y tratar de imaginar las sensaciones por las cuales se desenvuelve dicho personaje. Y esto no sólo por lo que a sexo se refiere sino por la misma vivencia de Joe de no encontrar algo claro que realmente la satisfaga, ni el sexo, ni el amor de pareja, ni el hecho de ser madre.
Sólo el dolor, un dolor físico que recorre por su cuerpo y le hace acumular ese número de sensaciones por los que el ser humano pasa cuando está experimentando el clímax orgásmico del sexo. Sólo ahí, cuando hay un reconocimiento y una recuperación de lo que se había perdido, se llega al punto de la liberación. Liberación física que es emparejada con una liberación emocional o espiritual al compartir la vida y vivencia propia con Seligman, quien le tiende la mano y le ayuda al encontrarla tirada y golpeada y con quien inicia esta narración compartida de la vida.
El final, no podría ser de otra manera. Un personaje que vive su vida desenfrenada en la búsqueda de sensaciones corporales y torna a una liberación; y la vida de otro personaje, que vive su vida recta en la búsqueda de la cultura y torna al morbo y a la tentación.
Es impresionante la manera de von Trier de llevar, como otras tantas de sus películas, al espectador a calibrar sus propios sentimientos y tratar de imaginar las sensaciones por las cuales se desenvuelve dicho personaje. Y esto no sólo por lo que a sexo se refiere sino por la misma vivencia de Joe de no encontrar algo claro que realmente la satisfaga, ni el sexo, ni el amor de pareja, ni el hecho de ser madre.
Sólo el dolor, un dolor físico que recorre por su cuerpo y le hace acumular ese número de sensaciones por los que el ser humano pasa cuando está experimentando el clímax orgásmico del sexo. Sólo ahí, cuando hay un reconocimiento y una recuperación de lo que se había perdido, se llega al punto de la liberación. Liberación física que es emparejada con una liberación emocional o espiritual al compartir la vida y vivencia propia con Seligman, quien le tiende la mano y le ayuda al encontrarla tirada y golpeada y con quien inicia esta narración compartida de la vida.
El final, no podría ser de otra manera. Un personaje que vive su vida desenfrenada en la búsqueda de sensaciones corporales y torna a una liberación; y la vida de otro personaje, que vive su vida recta en la búsqueda de la cultura y torna al morbo y a la tentación.
Una película muy interesante, que lejos de las escenas sobre sexo, guía al espectador a tratar de encontrar, y por qué no, entender el sentir de Joe. El final ya lo mencioné, es sensacional.
Ansioso de ver el final de la "Trilogía de la depresión" (Antichrist, Melancholia y ahora Nymphomaniac), me quedé atrapado con el trabajo fotográfico de Antichrist (2009) y la gran actuación de William Dafoe (que hasta de duende verde le queda bien) y la poco valorada Charlotte Gainsbourg (esa es una increíble actuación psicótica y no la de la sobrevalorada Natalie Portman en The Black Swan (2010).
ResponderBorrarMás tarde vería Medea (1988) hecha para TV y de manera no mítica, por lo que me pareció pesada de digerir, aunque con buen uso del color.
Después Melancholia (2011) con Kirsten Dunst como protagonista (la imagen de la depresión andante) y que personalmente me parece tan sosa y desangelada como Kristen Stewart (tal vez exagero), si lo que quiso transmitir Von Trier fue la ansiedad de una muerte inevitable lo logró, a costa de recursos y tiempo (se me hizo eterna) que pudo haberse ahorrado, igualmente fotografía impecable, cámara lenta exacta, nada exagerado.
Espero que no decepcione, y que mi morbo no se anteponga a la historia de trasfondo que nos quiere contar y poder entenderla antes de que empiece a rodar la segunda parte.