En esta era de la fragmentación y en el contexto del Fin de la modernidad o Crisis de la modernidad, donde el Ser se encuentra cada vez más oculto, podemos afirmar con
Jac-Luc Godard Adieu au Langage, ya que en el filme de este cineasta se
expresa esa situación en la que se encuentra el ser humano de cara a la
tecnología, con el uso de la imagen que agota el pensamiento. En el filme se expresa
a manera de «metáfora», el fin del mundo y el advenimiento de otro, lo que
parece no tener un nombre claro. “Hemos venido a decir adiós”. Lo que se llama
imagen, al parecer se está convirtiendo en el asesinato del presente y del
pensamiento, momento en el que se puede expresar la igualdad entre el hombre y
la mujer y que según los personajes, aparece en la imagen de Rodin con su
escultura: «El pensante», el instante que pertenece a todo el mundo es el
tiempo y espacio, el pensamiento unido que recupera su lugar en popa. Empero,
“No hablamos nada”, y cuando alguien habla algo “no puedo oír nada”, lo único
que se escucha:
–Dice que se está muriendo–así el hombre
está cegado por la conciencia, incapaz de ver el mundo, no son los animales los
que son ciegos.
Aparece
en este filme el «perro» tarkovskiano, cuyo papel es dar a conocer que es el
único animal capaz de ver afuera, está en el umbral, conoce el adentro y el
afuera[1]. Godard
da un peso significativo a la «escucha», sólo ésta permite el acercamiento
entre los individuos “haz algo para que me acerque a ti” y aparece la idea del
sexo como la única que puede provocar ese acercamiento, más ella retoma
“Convénceme de que me escuchas”. Algo está sucediendo con el lenguaje, el
silencio no llega por el sonido de la guerra, más bien llega en otro país. En
este mundo en el que todo está «fragmentado» incluso por el lugar que está
ocupando el lenguaje, “es necesario un intérprete, el mundo pronto lo
necesitará para entender las palabras procedentes de sus bocas”. Ya no hay
pensamientos, ni miradas, cada uno piensa que el otro está soñando.
–Hablo de igualdad y tú hablas de caca–a
lo que responde el compañero.
–Ahí es donde todos somos iguales–es la
escena de un hombre sentado en el inodoro, mientras ella le habla, él está en
la posición del pensante de Rodin, momento en el que hay igualdad en el hombre.
Además
aparece la idea de la mujer, su suavidad que es expresada al dar a luz el
dolor; es en el dolor donde los hombres pueden ser sinceros cuando justifican
la bondad de la mujer hacia ellos, en el dolor y la dulzura. Y sin embargo
quedamos como
en
un «balbuceo» ante la fragmentación y el quebrantamiento incluso del lenguaje.
Es un filme acorde a nuestro tiempo.
[1] Considero que es
una alusión a la idea de la «Zona» en el filme Stalker de Tarkovsky en donde el perro es un guía en la zona, lugar
en el que se cumplen los deseos.